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24.6.16

Belleza negra

Hemos encontrado unas hermosísimas fotos de la impresionante modelo Shai'La Yvonne,
realizadas por la fotógrafo hawaiana Bailey Harada Stone.
Ante tanta belleza, buscamos un poema que hiciera honor a la mujer negra y completamos la obra con Dinquinesh, poema del camerunés Calixte Beyala.



DINQUINESH









Soy negra, tan negra que todo se ve más claro.
Negra como las pavesas azuladas que ninguna estrella despide.
Negra de las Áfricas, de los deseos exaltados,
de las sombras esculpidas.
Negra de mis sueños.






Mas de esa presencia negra brota el oro
de los universos cálidos entre las ruinas.
Las muchedumbres acuden prestas
a contemplar el primer templo de los dioses.
En los esplendores de la embriaguez,
tropieza el profeta de la palabra,
el órgano del trovador se desnuda,
la paleta del pintor, por fin, enmudece,
la vida, toda la vida de los demás se desmorona.




Entre Diosa y mujer
mis días se equilibran.
Soy el principio, los Dioses navegan entre mis olas.
Omega de los sueños inconfesos.
Estoy desnuda y, no obstante, vestida de virtud.
En la medianoche de los soles
mis pies reclaman grandeza.










































En las olas, la espuma y las llamas,
algo resplandece, algo brilla:
grabado en el cuerpo del cielo centellea el ojo adorador de las multitudes
que acuden a verme desnuda y a conocerme
en los espejos carnales de los horizontes quebrados.




Despierta, ¡oh, guerrero de los templos vudú!
Ensarta tu azagaya.
Vuelve hacia mí tu rostro infantil.
Se me escapan las palabras que se amontonan.
Dibújame el fuego, la tierra y la revolución estelar.
Ven a mí, embelesado, altivo, honrado por lunas y lanzas.
Bate mil vientos, haz que tu sangre corra, más sangre.
Vuelve tu sexo, devuélveme tus ojos en los que se perdieron
los miedos y los odios.
Adoro ese azul del alma en el que cabalga tu orgullo.



























































Magníficos son mis jardines, allá abajo, alrededor de tu muerte,
donde los rumores palidecen, dando vida a su sombra y a su sol.
Concluye la estación y el árbol sigue repleto de pájaros cantores y de flores.

De la cavidad más sombría de la tierra,
soy la estación sin pesadumbre,

un anillo en el dedo del cielo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sublime Edu, cuanta hermosura

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