No pretendo riquezas
Ni el oropel o la seda
ni el traje fino
ni el abrigo de armiño
No pretendo la Ferrari
frente al portal
Ni la mansión
ni el lujo del club
No pretendo la visita
de los poderosos
acostumbrados
a la vanidad de la adulación
No pretendo un diamante
un zafiro, un rubí, una esmeralda.
No pretendo más que una joya,
la más hermosa:
Tú
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