que recién se responsabilizaba
por el recién nacido,
no le cayó del todo bien
la inesperada visita
De Gaspar (el vanidoso)

o Melchor (el exhibicionista)

Pero lo que realmente lo sacó de sus casillas
(eso dijo, aunque sospechamos razones ocultas)
fue la comodidad con que se instaló, rey al fin,

el cabronazo de Baltazar
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